Una iniciativa de Parque del Recuerdo

Los mitos de las fases del duelo

Las cinco fases del duelo son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Pero ¿de dónde viene esto y qué hay de verdad en todo ello? Esta categorización de lo que supone es lo que se vive ante la pérdida de un ser querido, está rodeada de mitos.

Aunque convencionalmente se siguen utilizando estos términos para graficar el proceso de duelo, no quiere decir que todas las personas atraviesen estas cinco fases o que el tiempo de duración de cada una de ellas sea igual en cada individuo.

Mito 1: Todos sufrimos de la misma manera

La primera razón es la más obvia, tajante y sincera: las personas no somos iguales ni sufrimos por los mismos motivos. Lo anterior debido a que no todos nos vemos afectados de igual manera ante un estímulo, ni tampoco nuestro cuerpo o ánimo se ve impactado de la misma forma ante situaciones semejantes.

Como somos diferentes no podemos atravesar los mismos estados para llegar a sentirnos de nuevo enteros. Y enteros no significa que hayamos sido capaces de olvidar, sino que nos hemos recuperado físicamente, ostentando el ánimo propio de nuestra personalidad.

Mito 2: Es imposible aceptar el dolor

En muchas ocasiones creemos que el dolor que sentimos tras el fallecimiento de un familiar es algo que no vamos a poder aceptar en ningún momento.

De este modo, una pérdida es probable que no se pueda aceptar de un día para otro, al igual que tampoco nos podemos acostumbrar de manera inmediata a vivir sin ese ser querido. No obstante, todo proceso de duelo lleva asociado un curso de aceptación y adaptación que por supuesto conlleva un tiempo. Es por ello que la creencia de que “el dolor no se puede aceptar” es un mito.

Mito 3: Es necesario sufrir de manera constante

Cuando se pierde a un ser querido es normal experimentar una sensación de sufrimiento, pero esto no quiere decir que si se deja de sentir dolor haya que martirizarse. Parece ser que nuestra propia sociedad nos ha inducido la idea de que es necesario estar triste cuando hay un fallecimiento de por medio.

Hay personas que tienen la creencia errónea de que es fundamental mostrar el sufrimiento tras la pérdida de un ser querido, no obstante, fingir el dolor solo puede provocar más malestar. Además, el hecho de que no parezca que te afecte no significa necesariamente que no estés triste. Muchas veces, las peores penas se manifiestan cuando ya ha transcurrido mucho tiempo desde el fallecimiento.

Nuestro apego y amor hacen inevitable que sintamos tristeza durante un período determinado que depende de cada persona. Sufrir en exceso no es conveniente.

Mito 4: El duelo solo implica dolor

Además del sufrimiento, las pérdidas pueden estar asociadas con otras emociones. Durante las distintas fases del duelo pueden aparecer sentimientos y estados diferentes como por ejemplo la inestabilidad, los comportamientos incontrolables, la ira, el enfado o el rencor.

De todos estos, quizá el rencor y la ira sean los más habituales. Pueden aparecer preguntas como: ¿Por qué te fuiste tú primero?, ¿por qué me trata así la vida?, ¿qué he hecho yo para merecer tantas desgracias juntas? o ¿cómo superar la muerte de un ser querido? Todas estas frases han sido repetidas a lo largo de la historia por personas que tuvieron que decir adiós.

Las emociones asociadas a la muerte son tan extensas, intensas e importantes que han sido siempre uno de los principales focos de atención. En todas las culturas y en todas las expresiones artísticas existen manifestaciones que hablan acerca de los procesos de aceptación de la muerte y de la recuperación de los estados de ánimo a causa de ella. Por lo tanto, debemos asumir y aceptar la partida de un ser querido como algo natural, que conlleva sensaciones que podemos aprovechar para canalizar de manera no dañina.

Mito 5: El tiempo hace el olvido

Es posible que este sea otro de los grandes mitos asociados a la muerte o a cualquier tipo de proceso que nos haga sufrir. El tiempo lo cura todo, pero ¿es esto cierto? Desde luego, los seres queridos no se van a olvidar por mucho tiempo que pase. A lo que sí ayuda, es a la aceptación de la nueva situación personal.

Si ya no puedes vivir más con esa persona, el tiempo te ayudará a normalizar tu vida sin ella. En este sentido, los años funcionan como un aliado en la adaptación para superar las pérdidas, pero curarse lo que se dice curarse del todo es harina de otro costal.

 

Fuente: TherapyChat.com

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